300 años antes de los colores Pantone
Independientemente de si lo que queremos crear es un logo para nuestra empresa o elegir el tono de la pintura de la pared del salón, podemos elegir siempre el tono preciso e idéntico para que no se note la diferencia entre dos logos impresos o dos botes de pintura. Pero esto no fue siempre así. De hecho, no era así hasta 1956.
Los colores Pantone
Herbert Pantone estaba trabajando en la imprenta de un pequeño negocio que comenrcializaba tarjetas de colores para compañías de cosméticos. Era un dinero extra para poder pagar sus estudios de Medicina, pero Herbert no iba encaminado a ser médico, tenía ojo para los negocios y se dio cuenta de que las marcas tenían un importante problema para reproducir los mismos tonos de color según fuera la imprenta que los imprimiera. No existía un sistema de regularización del color, lo que conducía invariablemente a errores continuos, diseños gráficos que no eran consistentes con la marca y una cantidad infinita de frustración.
«Meneses en Skópelos», de Fernando Schwartz

Fernando Schwartz es un hombre polifacético. Eso hay que decirlo. Premio Planeta en 1996 con El desencuentro y Premio Primavera con Vichy 1940, lleva a sus espaldas la friolera de más de veinte libros (entre novelas y ensayos). Pero también ha sido diplomático (embajador de España en Kuwait y en los Países Bajos), portavoz del Gobierno en asuntos exteriores, consejero editorial de El País donde publicó artículos de opinión durante más de seis años, comunicador al frente de Lo + Plus y profesor en la Universidad Autónoma de Madrid, en la Escuela de Periodismo.
Este caldo de cultivo, esta riqueza de experiencias, hace que sus novelas tengan una mirada profunda a la política y a los conflictos apenas velada por una capa de humor y elegante ironía. Sobre todo, las novelas de Meneses, como esta que hoy presentamos: Meneses en Skópelos. Patricio Meneses es un zorro diplomático de edad incalculable. Lenguaraz, impertinente, políglota y muy carente de escrúpulos, Meneses se dedica a hacer el trabajo sucio del Gobierno. Un antihéroe al que no podemos dejar de engancharnos.