Hokusai monte Fuji

El libro Treinta y seis vistas del monte Fuji, recoge las ilustraciones creadas por Utagawa Hiroshige y Katsushika Hokusai, los más reputados dibujantes y artistas del género ukiyo-e, un género del arte japonés que floreció entre los siglos XVII y XIX. Sus artistas produjeron grabados en madera y pinturas de temas del llamado «mundo flotante» (un término budista) de eventos y escenas cotidianas.

De Utagawa Hiroshige, te hablamos en este artículo. El segundo, Katsushika Hokusai es probablemente el artista japonés más famoso del mundo por su estampa de La gran ola de Kanagawa, la primera de la serie que ahora recogemos en estas Treinta y seis vistas del monte Fuji. Su obsesión con el monte Fuji nos brinda este fascinante recopilatorio sobre la cultura japonesa antigua. 

La serie de grabados Treinta y seis vistas del monte Fuji (que en realidad suman unas 46) consta de exquisitas impresiones en bloques de madera que miden aproximadamente 25 cm por 35 cm. 

El monte Fuji, la montaña más alta de Japón, se puede ver desde Tokio —una de las metrópolis más singulares del mundo— y desde los cinco lagos que la rodean (el lago Kawaguchi, el lago Yamanaka, el lago Sai, el lago Motosu (la vista en el billete de ¥ 1000) y el lago Shoji). Cientos de personas lo escalan cada año en la época más cálida (julio y agosto) para ver el amanecer. 

El monte, que sigue siendo un sitio sagrado para los practicantes de la fe indígena Shintō, está en realidad compuesto por tres volcanes separados: Komitake en la parte inferior, Kofuji en el medio y Fuji en la cima, que es el más joven de los tres. Los sintoístas consideran que el pico es sagrado para la diosa Sengen-Sama, y ​​se pueden encontrar muchos santuarios en la base y el ascenso. Es una de las tres montañas sagradas de Japón, junto con el monte Tate y el monte Haku.

El monte Fuji ha sido inspiración de poetas, escritores, escultores y por supuesto pintores. Y a pesar de su serena belleza es un volcán activo situado en la confluencia de tres placas tectónicas. Aunque esperamos que, dado que su última erupción fue el 1707, siga callado y en reposo durante muchos años más. 

En esta obra, Souso Mourelo nos lleva de la mano por el aspecto de la montaña y de sus alrededores en el pasado. También recopila una visión asombrosa del mundo romántico y hedonista característico del estilo Ukiyo-e del que son referentes los dos artistas. 

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