
El nombre de María Callas ha quedado cosido al bel canto con puntadas estrechas. La que fuera la cantante más famosa del siglo XX dio popularidad a las óperas de Verdi y de Wagner con su maravillosa voz y su increíble presencia en los escenarios.
Nacida en Nueva York, pero de origen griego, María Callas nos pareció una de las mujeres interesantes para nuestra colección Ella & Él. ¿Por qué? Porque a pesar de tener indudables cualidades innatas, necesitó grandes sacrificios y una enorme fuerza de voluntad a lo largo de su vida para conseguir el dominio perfecto que tenía de la técnica vocal.
Se dice que su técnica vocal abarcaba tres octavas, lo que le permitía alternar voces de soprano y de contralto, sin perder en nada el talento dramático y la expresividad del canto.
Su repertorio abarca obras de Puccini, de Bellini, de Mozart, de Haydn, de Verdi, de Wagner, de Beethoven… en total, dio voz a 47 personajes distintos de ópera.
Inicios de María Callas
De niña, tras el divorcio de sus padres, María regresa a Grecia con su hermana y su madre. Allí se forma en el Conservatorio Nacional de Atenas, donde estudió con las sopranos María Trivella y Elvira Hidalgo (española que también formó a Montserrat Caballé).
María Callas debutó en 1942, en el Teatro Lírico Nacional de Atenas y su primer éxito le vino ese mismo año, en la Ópera de Atenas, con Tosca, de Puccini. Pero, en los últimos meses de la II Guerra Mundial, la flota británica desalojó de Grecia a los alemanes y María decidió volver a casa de su padre en Nueva York.
En 1947, en Chicago, cantó Turandot, de nuevo de Puccini, con un reparto de cantantes europeos de prestigio y empezó a abrirse paso en el mundo de la ópera, mientras seguía formándose.
En Nueva York, conoció al director del anfiteatro Arena de Verona, que la contrató para cantar en ese recinto La Gioconda, de Ponchielli. Fue en Verona donde conoció al que después sería su marido —Giovanni Meneghini— un empresario 30 años mayor que ella, con el que se casó en 1949.
El papel protagonista en la ópera de Wagner Tristán e Isolda, que tuvo un increíble éxito de público en el teatro de La Fenice en Venecia, le abrió las puertas del éxito. La Scala de Milán donde cantó Aida, de Verdi, se rindió a ella en 1951.
Se la consideró, desde entonces, «La voz de Italia» con solo con 26 años.
Discos de María Callas
A principios del siglo XX; la industria del disco había empezado a desarrollarse de forma exponencial y la compañía más importante era EMI. En julio de 1952, María Callas firmó un contrato de exclusividad con ellos.
Gracias a los discos, los amantes de la música de todo el mundo pudieron escuchar la prodigiosa voz de la Callas en todos los papeles de las óperas más famosas: Rigoletto, La Traviata, La Bohème…
Sus problemas con el peso
Cuando Luchino Visconti puso en escena La Traviata, quería que María representara el papel de Violetta Valéry, una enferma de tisis que muere en escena. Pero hasta ese momento, María Callas era una mujer corpulenta (su madre la tildó de «gorda» en muchas ocasiones comparándola con su hermana).
Para poder interpretar a Violetta, María Callas adelgazó 36 kilos. Obsesionada por su físico, se rumoreó siempre que lo había conseguido gracias a ingerir una tenia.
Aristóteles Onassis, su gran amor
En 1957, en una fiesta, la columnista musical Elsa Maxwell le presenta al magnate griego Aristóteles Onassis, por el que abandonó a su marido en 1959. Su relación duró hasta 1968, cuando Onassis la abandonó para casarse con Jacqueline Kennedy.
Declive en su carrera
Desde 1961, la voz de María Callas empezó a perder fuerza. Su última interpretación fue en 1965: Tosca en el Covent Garden de Londres. Con apenas 42 años.
Se instaló en París, ciudad de la que se había enamorado, en la zona de Trocadero. Allí murió con solo 53 años.
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