

Las grandes fortunas modernas, como la de Elon Musk o Bill Gates, serían difíciles de comprender sin los magnates que llegaron antes, como John D. Rockefeller, una figura tan importante que se ha colado en el imaginario colectivo y forma parte de la cultura popular.
Estas grandes fortunas establecieron muchas de las bases de las sociedades capitalistas modernas y, sin ellas, no sería posible comprender el mundo en el que nos movemos. Así lo refleja Grandes Magnates de la Historia de Mencía Suter, donde podremos conocer en profundidad la huella que estos nombres han tenido en la sociedad.
Aunque han sido muchos los nombres, desde Gulbenkian a Rothschild, sin duda uno de los que más han contribuido al cambio y a la reescritura de la historia ha sido el del magnate petrolero John Davison Rockefeller.
¿Quién era John D. Rockefeller?
La historia de John D. Rockefeller es, como la de muchos otros magnates, la historia de un hombre que siempre estuvo en busca de un destino. Ya desde bien pequeño, cuando un compañero del colegio le preguntó qué quería ser de mayor, Rockefeller le contestó: «Quiero tener cien mil dólares, y voy a tenerlos».
Y es que Rockefeller no nació en la abundancia. Su padre, William Avery Rockefeller era un vendedor ambulante que afirmaba, entre otras cosas, que podría curar el cáncer a sus clientes con sus pócimas, que cobraba a veinticinco dólares cada una. Su madre, en cambio, era una mujer religiosa y le inculcó el valor del esfuerzo, del trabajo duro y del esfuerzo desde bien pequeño.
Con solo doce años, John había logrado ahorrar cincuenta dólares trabajando para sus vecinos y para su madre, y sería ella la que instaría a su hijo a prestar ese dinero, con un interés del siete por ciento a un granjero de la vecindad, con un año de plazo. Cuando el granjero le devolvió el dinero, Rockefeller comprendió que el dinero debía trabajar para él y no al contrario, y que solo así sería capaz de amasar la gran fortuna con la que soñaba.
Su primer trabajo y su primera empresa
En 1855, a los 16 años, obtuvo su primer empleo como ayudante de contabilidad en Hewitt and Tuttle en Cleveland. Tres años más tarde, el ambicioso joven cobraba un sueldo de 600 dólares anuales, que no eran suficientes para él. Solicitó un aumento que le fue denegado y fue en ese momento cuando comenzó a pensar en crear su propia empresa.
Junto a Maurice Clark, un británico dedicado a los negocios, montó una empresa comisionista de productos agrícolas. Sin embargo, necesitaba mil dólares que tuvo a pedir a su padre, quien se jactaba de reconocer que, siempre que podía timaba a sus hijos.
Por suerte, la final de su primer año, la empresa había arrojado unos asombrosos beneficios de 4.400 dólares, gracias a los elevados precios de los cereales por culpa de los efectos de la Guerra de Secesión y la elevada cantidad de pedidos que había realizado el ejército federal para abastecer a sus tropas.
El fin de la guerra y el descubrimiento del oro negro
Fue en esta época cuando la vida del ambicioso joven iba a cambiar de verdad. Edwin Drake, un modesto perforador había encontrado petróleo en Titusville, Pensilvania. El petróleo de Pensilvania era de una calidad excelente, por lo que se podrían construir miles de productos derivados.
En ese momento, Samuel Andrews, un químico inglés, aconsejó a Rockefeller invertir en una refinería y en 1863 nació la empresa Andrews, Clark & Co, aunque el proyecto fracasó. Pero el joven no se arredró y solicitó un nuevo préstamo a su familia para fundar la Rockefeller and Andrews.
Con el fin de la guerra, Estados Unidos entró de lleno en la era industrial y el petróleo de Rockefeller regó aquella revolución. Pronto, pudo comprar a los hermanos Clark su parte del negocio que amplió y al que añadió nuevos socios. En 1866 incorporó a su hermano William a la sociedad y, juntos, construyeron una refinería en Cleveland a la que llamaron Standard Works,
Más tarde, John puso a su hermano al mando de una oficina de exportación en Nueva York, lo que acabaría siendo la mejor decisión de su vida.
Standard Oil Company
En 1870, John D. Rockefeller fundó la empresa que lo convertiría en uno de los hombres más ricos de la historia, la Standard Oil Company. Gracias a su amistad con los dueños de las compañías ferroviarias, disfrutaba de grandes descuentos en el transporte por ferrocarril, lo que catapultó a la empresa al éxito.
Con el tiempo, Rockefeller mantuvo una política empresarial agresiva, invitando a las refinerías rivales a unirse a la Standard Oil y aislando, arruinando y absorbiendo a las que se negaban. Estas prácticas llevaron al Congreso a aprobar la Ley Sherman, que declaraba la Standard Oil como un monopolio ilegal y, por tanto, tuvo que disolverse en 37 compañías. Aunque Rockefeller mantuvo el 30% de las acciones de todas y cada una de las empresas.
Época filantrópica
En la cima de su poder y riqueza, a los 53 años Rockefeller comenzó a sufrir dolencias gástricas. En ese momento, y gracias a la ayuda de Frederick Taylor Gates, creó la Fundación Rockefeller, un titánico sistema filantrópico que creó universidades, centros de investigación médica y realizó grandísimas donaciones a entidades benéficas.
Rockefeller falleció a los 97 años de edad y es considerado el creador de la industria petrolera tal y como se conoce hoy en día. Vivió su vida a su manera, con sus ideales y jamás hizo autocrítica, pues estaba convencido de que su fin en este mundo era ganar más y más dinero.