
Utagawa Hiroshige es uno de los grandes representantes de la pintura japonesa, se trata de uno de los últimos grandes referentes de la tradición ukiyo-e. También conocido como Ando Hiroshige, es el autor de la serie de grabados Las cincuenta y tres estaciones del Tokaido, una serie de grabados que muestran las etapas del viaje desde Edo hasta Kioto, y que se considera una de las más famosas del arte japonés.
El pintor nipón, cuyo nombre real era Ando Tokutaro, nació en Edo en 1797 y perteneció a la escuela de Utagawa, una de las más prestigiosas del estilo ukiyo-e. Aunque fue dibujante y pintor, Hiroshige pasó a la historia por su habilidad con los grabados. Solo durante la época comprendida entre 1818 y 1858 creó más de 5400 grabados, con series de estampas sobre Edo (la actual Tokio) y el monte Fuji, en las que demuestra su maestría para crear paisajes y captar la atmósfera de la ciudad, captando instantes de la vida en la capital.
Las obras de Hiroshige se caracterizan por tener un formato vertical, así como por su habilidad para controlar los colores, sobre todo por su maestría con el verde y el azul. Por otra parte, era reconocido por sus primeros planos, que serían imitados más tarde tanto en la fotografía como en el cine. Algunos de sus grabados más hermosos pueden verse en este libro que publicamos en The Galobart en la colección de Ensayo.

Fue también uno de los últimos artistas japoneses representativos del ukiyo-e. La calidad de sus grabados sobre madera, logrando crear sutiles atmósferas capaces de mostrar el compás del cambio entre las estaciones, donde el ser humano siempre está presente como sereno observador, es notable en sus postales de la vida cotidiana de Edo.
Tras la apertura de Japón al mundo occidental, la obra de Hiroshige obtuvo un gran reconocimiento en Europa y sirvió para que el mundo occidental descubriera la originalidad del arte japonés. De hecho, sus grabados influyeron en un gran número de artistas europeos, que crearon un estilo artístico llamado japonismo, de gran influencia sobre los impresionistas y modernistas del siglo XIX.
Ukiyo-e: el arte japonés de crear imágenes del mundo flotante
Ukiyo-e se puede traducir como «pinturas del mundo flotante» o, simplemente, estampas japonesas. Se trata de un género de grabados que se realizaban mediante técnicas de xilografía, es decir, de grabados sobre madera. Este género se desarrolló durante los siglos XVII y XX, y representa sobre todo imágenes de la naturaleza, escenas cotidianas de la ciudad y de zonas de alterne.
Este tipo de pintura japonesa tuvo mucha popularidad en las zonas metropolitanas de Japón, sobre todo en Edo, Kioto y Osaka. Este tipo de arte fue una respuesta al «mundo doloroso» budista, ya que se centraba en mostrar ese «mundo flotante», es decir el mundo efímero y transitorio de la ciudad y del campo.
El ukiyo-e arranca con las pinturas monocromáticas de Hishikawa Moronobu en 1670, quien solo utilizaba tinta china. Más tarde, la técnica se va refinando y alcanza su máxima expresión cromática en el siglo XVIII, con Suzuki Harunobu, quien inventó una técnica de impresión policromática con la que comenzó a producir los llamados, nishiki-e, un tipo de xilografía japonesa de colores muy vivos.
Una de las principales características del ukiyo-e era su accesibilidad para todo el mundo, ya que se podía producir de forma masiva, por lo que solían comprarse por gente que no se podía permitir otro tipo de pinturas. Los temas originales de este tipo de arte japonés era la vida en la ciudad, sobre todo centrada en actividades de ocio, como salones de té, así como escenas de lugares de entretenimiento como teatros kabuki, geishas o luchadores de sumo.
Ukiyo-e y los paisajes de Japón
Como parte de las reformas Tenpo, se prohibió a los artistas japoneses mostrar escenas de la vida en los bajos fondos de la sociedad, así como mostrar escenas políticas o sexuales, un tema que solía representarse en este tipo de grabados, que eran conocidos como shunga.
De esta forma, los grabadores japoneses empezaron a centrarse en representar escenas naturales, en los conocidos como fukei-ga. Es a partir de este momento, cuando surgen los grandes artistas del ukiyo-e como Hiroshige y Hokusai, autor de uno de los grabados más populares del arte japonés, La Gran Ola de Kanagawa, expuesta actualmente en el Metropolitan Museum of Art en Nueva York.

A finales del siglo XIX, con la apertura de Japón al mundo occidental, se produce un intercambio de conocimientos. De esta forma, los grabadores de paisajes japoneses, descubren en el arte europeo una maestría de la perspectiva, que no tardan en adoptar e implementar a sus propios grabados. Por otra parte, los artistas europeos como Degas, Manet, Van Gogh e incluso Goya, adaptan algunas de las técnicas de arte japonés de los grabados a sus propias creaciones.
Hiroshige y el arte japonés de representar la naturaleza
Dos de las grandes obras de Utagawa Hiroshige, Las cincuenta y tres estaciones del Tokaido y Las cien famosas vistas de Edo, forman parte de esa última época del ukiyo-e, mostrando la visión personal que el artista tiene de la naturaleza.

La primera de las obras, muestra el viaje que realizó el artista en 1832, como parte de una delegación oficial, a lo largo de la carretera de Tokaido, que unía la capital del shogunato, Edo, con la del imperio de Japón, Kyoto. Los grabados representan todas las etapas del viaje, comenzando por su partida de Edo y mostrando paisajes como los de Shinagawa, Hodogaya o las montañas verdes de la estación de Hakone, así como su llegada a Kioto.
La segunda obra, muestra en 119 grabados, la vida cotidiana de gente de clase media en la ciudad de Edo, representando de forma emotiva, algunos de los espacios más bellos y emblemáticos de la capital del Shogun, a finales de 1800, tras ser reconstruida después de haber sido devastada por un terremoto.
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